martes, 2 de diciembre de 2014

La sexualidad de nuestros ancestros

Estos cambios no se dieron aislados sino como parte de una serie de modificaciones estructurales del funcionamiento del cuerpo de aquellos homínidos. La pérdida de un ciclo de celo y la obtención de una sexualidad continua, implicaron cambios en otras partes del cuerpo, así como en múltiples aspectos de la conducta. Una de las características más notables y que heredamos de aquellos antepasados, nosotros los seres humanos, es la ostentación de atributos sexuales en forma permanente. En la mayor parte de los mamíferos que poseen celo, durante ese período, ciertas partes del cuerpo como las mamas o los genitales se inflaman, para dar una señal inequívoca de la disponibilidad sexual y reproductiva. Al perder el celo y adquirir la sexualidad continua, el cuerpo de las hembras homínidas también se transformó. Las mamas se inflamaron en forma permanente y las caderas aumentaron de tamaño. Esto último tuvo una vinculación directa también con el hecho de ser bípedos y de la necesidad de crear espacio para la cría en gestación. Pero también sucedió que crecieron las nalgas, como receptáculos de grasa, adoptando la forma que hoy conocemos. Las manifestaciones físicas de la sexualidad quedaron expuestas y ya no hubo vuelta atrás. Tanto físicamente como en apariencia se rompió con el esquema de un celo con frecuencia anual y a partir de allí, en cualquier momento del año, era posible practicar el sexo.
(5388) Sexualidad y ancestros,

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